domingo, 29 de enero de 2017

1-1: Luis Suárez le roba la Alegría al Villamarín.

El mejor Real Betis Balompié del curso acarició la victoria en su partido disputado este domingo contra un FC Barcelona desdibujado durante gran parte del encuentro. Los locales, que se adelantaron gracias a Álex Alegría, tuvieron además dos balones al palo y un mano a mano clarísimo que Rubén Castro perdonó frente a Ter Stegen. Por su parte, los culés reclamaron dos goles fantasmas, donde uno parece que entró de forma clara, mientras el otro lo salvó a tiempo la defensa bética.

Con un Benito Villamarín casi repleto y con la gente pendiente mitad y mitad de su equipo y del tenis, Víctor Sánchez del Amo sacó en el once a los fichajes invernales, Rubén Pardo y Tosca, quienes le dieron mayor tranquilidad al equipo en posesión y salida de balón. El entrenador bético planteó un partido con una presión alta y valiente. La sensación de peligro por parte del Barça se producía cuando eran capaces de saltar la línea de presión formada por la delantera bética como así sucedió cuando Neymar se puso de cara a gol pero Adán estuvo brillantísimo. Por su parte, el Betis asimiló su idea: presionar y salir rápido cuando pudiera. Una salida rápida debida especialmente al protagonismo ofensivo de sus carrileros Piccini y Durmisi, y por la actuación estelar de Dani Ceballos, quien desde lejos puso en apuros al portero alemán. El propio Durmisi o Rubén Castro también avisaron, pero sin atinar a la portería

Tras el paso por vestuarios el partido siguió en la misma tónica, aunque el Betis poco a poco iba creciéndose por el poco peligro que sufría: Dani Ceballos metía un zapatazo impresionante que se estrelló en el travesaño. Y Castro, minutos después, enviaba al palo un tiro que tenía escritas las letras de ‘gol’ más temprano que tarde. Esa jugada que acabó en córner, propició el gol bético tras un fallo de Ter Stegen quien no blocó correctamente un balón empujado a placer por Álex Alegría. Heliópolis estallaba de alegría y disfrutaba con la exhibición de coraje y pundonor de sus jugadores.


Desde ese momento, el partido cambió: el Barça despertó, a los verdiblancos les entró el miedo a ganar y el cansancio físico les empezó a pesar. El técnico bético se equivocó con los cambios (Donk por Rubén Pardo y Nahuel Leiva por Petros), y los catalanes poco a poco iban encerrando en su área a los verdiblancos. En una de esas intentonas, Aleix Vidal puso un centro que Luis Suárez remató mordida, y que Aisa Mandi sacó cuando había rebasado claramente la línea de gol. Los azulgranas achuchaban con insistencia y el Betis había ya resistido a atacar excepto a la ocasión del goleador bético ya comentada. Cuando el minuto noventa ya merodeaba por el marcador, Nahuel recogió un balón de espaldas en su propia zona de peligro, fue presionado por dos jugadores culés, entre ellos Messi, quien le robó la cartera e hizo de las suyas para que el uruguayo Suárez empatase. De ahí hasta el final los de Luis Enrique siguieron insistiendo pero el marcador no se movió. Un empate que es agridulce para los locales, y que aleja (o no, dependiendo del resultado del Madrid) a los de Lucho de la Liga. 

martes, 17 de enero de 2017

Simpleza

Aunque parezca que no, cada uno de nosotros somos más simples de lo que parecemos. Fíjense en nuestra anatomía: somos un aparato, pero dentro de éste, somos varios: locomotor, digestivo, reproductor…

Y esa simpleza también puede ser trasladada hacia ese mundo tan rocambolesco que son los sentimientos. Al final, lo que todos deseamos es que nos amen, es que nos alienten cuando tengamos frío, que nos arropen como al niño que se queda dormido en el sofá destapado.

Lo que acabamos demandando es algo tan simple y fácil como que nos den mimos cuando tengamos un mal día. Que haya alguien que siempre esté ahí, con las mismas ganas que nosotros de querer abrazarnos cuando nos levantemos en mitad de la noche asustados porque hemos tenido una pesadilla. Que saquen de nosotros el lado divertido: que nos cambien los caramelos de menta por los de fresa, que nos saquen a bailar aunque sepa que no tienes ni idea de bailar.

Pedimos cosas fáciles sí… Pero también cosas difíciles. Pedimos que la otra persona se ponga la capa de héroe o heroína, y con sus super-poderes  elimine a la gente tóxica de nuestra vida, atropelle con todas sus fuerzas a los malos recuerdos, con tal de que no tengamos ningún obstáculo para luego seguir adelante.

Y claro está, que los héroes de capa solo existen en el cómic y en el cine, y en la vida las personas especiales para cada uno se cuentan con los dedos de las manos. Y hay mucha gente especial que aún no se ha enterado de que dentro lleva un duende que le hace único. Y ese tiempo justo que transcurre desde que no se enteran hasta que se enteran, es el tiempo en que esa persona pasa de ser especial a ser tóxica, pues las conversaciones con esa clase de gente se acaban volviendo una discusión permanente donde la tristeza abunda.


Y yo, aquí siglo. Teniendo fe en la humanidad, dándome hostias contra ella una tras otra, pensando en que Catwoman algún día llamará al timbre de mi casa. De ilusiones se vive.

lunes, 9 de enero de 2017

Le poison

No se dejen llevar por las apariencias. Aunque sus labios parezcan realmente bonitos por el rojo de su pintalabios, una vez los cruzas con los tuyos te das cuenta de que sus labios cortan mucho. Y que aunque el beso sea intenso o dulce, es un beso mucho más doloroso de lo que cualquiera de nosotros creemos.

Ese momento fugaz en el que los labios conectan es un segundo en el que dentro de tu memoria se produce un baile eléctrico de sentimientos e imágenes que poco a poco te van envenenando, te van llenando de porquería que a dos o tres imbéciles en un día de resaca se les ocurrió llamar amor, o algo así.

El veneno empieza en tus labios pero en poco tiempo han transcurrido por todo tu cuerpo. Aunque quieras detener el beso por lo cortantes que son sus labios, no solamente no eres capaz de detenerlo, sino que te acabas sintiendo dominado por ella, que ataca tu cuello (sí, ese cuello que tantas cosquillas te producen cuando te acarician) con sus pícaros mordiscos.

La profecía es tal que ella te empuja hacia la cama, te tapa con las sábanas y mientras besa el cuerpo, hace auténticas maravillas en sitios que no se pueden decir. Los gemidos se sienten tanto que los muebles vibran y los pájaros que estaban apoyados en la ventana se van huyendo asustados hacia otro balcón en busca de paz y en busca de calor.

El primer beso corto poco a poco se van convirtiendo en muchos besos largos y duraderos. Las ventanas poco a poco se van evaporando y el sudor de los cuerpos empieza a hacerse sentir en las sábanas. El primer beso fue a las cuatro de la tarde, los dos llevabais un peinado impoluto y seguía siendo de día, el enésimo es a las seis y cuarto, de repente la luna ha bajado para visitaros y estáis despeinados llenos de arañazos.

Arañazos motivados por la pasión, por las ganas de desearos, por las ganas de amaros, por las ganas de hacerlo. Arañazos de creer que a veces, solo a veces, los deseos pueden llegar a cumplirse por más utópicos que parezcan, pero también llegar a convertirlo en el mejor guión cinematográfico posible. Porque ella es la Meryl Streep a la que tú te mueres por besar, y él quizás no canta tan bien como Sinatra, pero sí hace mejor cosas con su lengua que el propio cantante.


No es un veneno que te mate, ni mucho menos, pero es un veneno peor: es un veneno que puede que te enamore. Y como lo haga, vas a estar jodido durante mucho tiempo, porque puede perdurar dentro de ti mucho tiempo, y cuando salga, lo echarás de menos tanto tiempo que te dolerá más que el primer beso. 

sábado, 7 de enero de 2017

Hielo ardiente

Una de las cosas más discutidas para las personas es saber si preferimos en mayoría el frío o el calor. Vivimos por momentos con una memoria tan olvidadiza respecto al pasado que cuando el calor llega en demasía echamos de menos el frío invernal. Y cuando llega la época en la que a las seis de la tarde es de noche ya, volvemos a echar de menos el calor.

En este sentido, también depende un poco de la sensibilidad de cada uno: hay quien se siente más friolero que caluroso, y quien tiende más a lo caliente que a lo gélido. Hay quien se quema cuando siente el hielo, y hay quien siente un sudor frío cuando roza el café ardiendo.

Esta semana he tenido la suerte de poder tener en mi mano un trozo grande de hielo coloreado por la claridad de sus ojos, por su pelo moreno cuando hace frio, y pelirrojo cuando hace calor. No he sabido nunca como encarar la situación sobre su estado de ánimo. Ha sido una situación como los animales que escapan de sus maltratadores: nunca sabes qué hacer ni cómo actuar porque sabes que seguramente hagas lo que hagas será malo, aunque sea con tu buena intención.

Tenía ganas de sentir el hielo alrededor de mí desde hace tiempo: días, semanas e incluso meses. Siempre había observado que es pequeño, frío, pero sin embargo nunca termina de derretirse por mucha fragilidad que pueda tener. Y eso es algo que verdaderamente me fascina: ¿Cómo se puede seguir hacia delante cuando no sientes ningún tipo de ambición hacia las cosas?

Por mucho que no sepa entenderme con el hielo, me gustaría hacerle ver que estoy dispuesto a equivocarme muchas veces con tal de llegar a entendernos. Que por muy mal que cante, por mucha locura que tenga en sus estados de embriaguez, yo estaría toda una noche hablando con ella, escuchándola, porque no, no quiero fallar. No quiero perder la oportunidad, yo quiero ayudar a que no se derrita, a que poco a poco vaya recobrando esa fuerza que algún día seguro que tuvo.     


Supongo que esta es mi forma de pedir perdón por no saber escuchar, y por cagarla en vez de ayudar.