miércoles, 24 de agosto de 2016

Juegos Políticos

Rafa Nadal llegó a Río de Janeiro tras dos meses parado por una molestia en su muñeca sin saber si iba a jugar individual o dobles y se marchó de Río con una medalla de oro en dobles, una de chocolate en individuales y habiéndose retirado en cuartos de final de dobles mixtos pues tendría que haber jugado tres partidos en un día. ¿Dónde habría llegado si el tenis olímpico en Río hubiera estado mejor organizado?


Mireia Belmonte el día siguiente de logar su primer metal en Río fue eliminada en semis de los 200 metros mariposa. La de Badalona reconoció su decepción con su actuación. Pero hay más: A las veinticuatro horas de lograr su oro olímpico, su sueño desde pequeña, se plantó en la final de los 800 metros libres en la que logró un cuarto puesto cuando todos habríamos apostado porque la catalana pagaría la resaca del primer puesto en Río.

Quiero hacer esa mezcla tan inflamable de política y deporte. Llevamos dos elecciones y casi seguro el día de Navidad tendremos que ser nosotros los que circulemos sobres. Los políticos no se les ha ocurrido mejor cosa que marcharse de vacaciones a sabiendas de que por mucho que reflexionen en Ibiza, Pontevedra o  Venezuela, van a seguir viendo al del otro partido como un enemigo y no como un colaborador y que el tercer paso por urnas está medio asegurado.

¿Me parece mal que se vayan a la playa? No, tienen todo el derecho del mundo. Pero Mariano, Pedro, Pablo y Albert se van conscientes de estar fracasando en la política pues en un país desarrollado (¿) como España vamos a pasar por tercera vez como mínimo para formar un gobierno y los candidatos serán los mismos que han fallado las dos ocasiones anteriores. Como decía alguien del Partido Popular, los políticos actuales son demasiado inmaduros e incapaces de entender que representan a 46 millones de españoles.

Los únicos que pueden cambiar esta situación es el rey, que debe intentar mediar entre todos los partidos y hacerles ver el ridículo que están haciendo en la calle, y los propios políticos, que mientras sigan viendo como enemigos a los que tienen una ideología contraria vamos a estar pasando por el colegio y no precisamente para votar cada seis meses. Pero claro, no hay nadie en el PP que tenga el carisma de Nadal, y en el PSOE nadie tiene la ambición que tiene la Sirena Belmonte.


PD- Últimamente según el resto del personal no hago más que decir barbaridades, pero a mí me parece que son mucho más reales de lo que parecen. ¿No se parece esta situación a la que ocurrió hace casi un siglo con Alfonso XIII y Miguel Primo de Rivera? Ay…

viernes, 19 de agosto de 2016

Despedirse

Debe ser jodido despedirse de alguien a quien quieres y a quien no sabes cuándo vas a volver a ver. Esto va como un concierto, ¿no? Se despiden pero no se van del escenario primero, después se van del escenario pero al poco tiempo vuelven por el reclamo del público hasta que se van de verdad.

No es fácil despedirse. No es fácil ese último beso o ese último abrazo que parece eterno pero se queda en eso, en una apariencia. Te quedas enganchado a esa persona igual que intentas enganchar a las agujas del reloj para que no se muevan. Pero no hay fuerza humana que detenga el tiempo. Como decía Alejandro Sanz “el tiempo corre porque es un cobarde”. Y cuando esa persona se va, cada paso que das giras la cabeza buscándola para saber si ella también se ha dado la vuelta.

Nunca es fácil ni la despedida ni su tiempo posterior. Ese viaje de vuelta en el que se te juntan las emociones con los recuerdos, y en el que ya te entra la melancolía cuando sabes que no hay nada mejor que haber estado con ella sentado en los escalones de cualquier plaza, en las escaleras de cualquier calle desconocida para los dos. Eso es lo que tiene ella, que de cualquier situación normal y corriente, a distancia o cara a cara, te crea un contexto inolvidable, de esos momentos que jamás te salen de la cabecita: las cosquillas, las bromas, las “peleas” por ver quién paga la Aquarius…


Más difícil es aún cuando los dos llevabais esperando ese momento más de mil días, más de tres años. Más difícil es aún cuando fue breve, pero tan intenso. Una calada de Marlboro, un trozo de chocolate suizo, un sorbo de ron, un ratito de paz, de felicidad verdadera. Es muy difícil. Pero también parecía imposible que se cumpliera y se cumplió. Y me gustaría creer que fue la primera de muchas. Porque necesito acostumbrarme a sus despedidas. Porque algo tan bonito no se merece una sola despedida.

viernes, 12 de agosto de 2016

Va de canciones.

Asomada estaba La chica de ayer mirando por la ventana a cien gaviotas y pensando a Dónde irán. La chica mientras tanto escuchaba en la radio a una locutora que parecía triste porque sabe que Aquí no hay playa y sí muchas Escuelas de calor. La radio tenía un volumen tan alto que retumbaba en  El ritmo del garaje y en el Cadilac solitario de La dulce niña Carolina que había dentro mientras de fondo se escuchaba un Rock’n roll en la plaza del pueblo.

Las cien gaviotas volaron hasta encontrar a un Feo, Fuerte, Formal que resultó ser el Amante bandido de Carolina, quien había tardado 19 días y 500 noches en olvidar a su Princesa hasta que conoció a Santa Lucía, a quien preguntó Qué hacía una chica como ella en un sitio como éste y hablaron hasta que Les dieron las diez y las once. El tipo al principio no sabía Cómo hablar pues se sentía Entre dos tierras y en el fondo cuando pensaba en Carolina seguía repitiendo No puedo vivir sin ti. Santa Lucía estaba tan Embrujada por la Noche de bohemia que Bailando consiguió hacerle sentir Libre con el Corazón Contento y que fuese Su gran noche.

Carolina seguía en el balcón mirando al Mediterráneo recordando cuando él en Venecia le dijo “Déjame” y ella no para de preguntar desde entonces ¿Por qué te vas? al Hijo de la luna. Carolina desde entonces sabe que La vida sigue igual, que Vivir así es morir de amor, diciéndole “Sufre mamón” al Maldito duende So payaso que le repite una y otra vez que son cosas de la vida y de las Maneras de vivir.


En cambio, el Hombre lobo de París vivía Sin documentos Entre dos aguas dentro de su Locura transitoria: Santa Lucía y Carolina. Cuando Santa Lucía dijo: “Quiero tener tu presencia” él le contó que Se acabó, que era Mejor seguir teniendo el Corazón Partío. Se despidió de La flaca en una Décima de segundo con Un beso y una flor antes de salir corriendo cantando: Volando voy, volando vengo…

viernes, 5 de agosto de 2016

Los cinco aros de los anónimos inmortales

Estoy preocupado. Parece como si la prensa deportiva española estuviera hechizada. En los últimos días nada más que pronuncian nombres propios que nadie conoce como Garibe Muguruza, Mireia Belmonte, Carolina Marín, Bruno Hortelano, Saúl Craviotto o Mario mola, además de pronunciar palabras de un idioma totalmente desconocido: hockey, balonmano, judo, taekwondo, halterofilia…


Mi preocupación va a más porque este hechizo lo he visto antes: hace cuatro años ocurrió algo idéntico: los mismos nombres anónimos que posteriormente dejaron de ser anónimos cuando consiguieron subir al pódium de una competición llamada Juegos Olímpicos o algo así, porque me acuerdo que en un pasado no tan lejano eran el sueño de todo deportista, y que ya en la Antigua Grecia se practicaba.

Como decía, en un pasado no tan lejano eran el sueño de todo deportista, pero los Juegos Olímpicos han perdido toda su fama (y con ella el mérito de los que participan en ellos): importa más las uñas de Cristiano Ronaldo que los récords que consiga Usain Bolt en una pista de atletismo, importa más el pelo platino de Leo Messi que las dificilísimas coreografías de Gemma Mengual y Ona Carbonell en la piscina olímpica de turno.

Y si soy sincero, a mí como periodista que soy me encantaría vivir este hechizo con forma de cinco aros, me encantaría ver la cara de Hitler cuando un chaval de color llamado Owens humilló a los atletas alemanes en 100, 200, 4x100 metros y salto de longitud, me encantaría volver a ver a un tiburón en la piscina como Michael Phelps arrasando a sus rivales, o volver a ver reivindicaciones políticas tan maravillosas como a Hassiba Boulmerka en Barcelona ’92 consiguiendo la primera medalla de oro para Argelia  en unos Juegos Olímpicos y celebrarlo llena de rabia desafiando todo el machismo de su país mirando a cámara.


Quiero vivir ese hechizo, y sentirlo de tal forma que consigamos por fin entender que los nombres mencionados en el primer párrafo no deben ser anónimos sino inmortales, y que algunos de ellos representan a algunos de los mejores deportistas españoles de la historia. Que muchos y muchas de nuestros deportistas merecen un Princesa de Asturias por ser verdaderos ganadores del deporte español y no se les da ni bola.
 Que empaticemos por ejemplo, con el triatleta Mario Gómez Noya y otros tantos que han sufrido una lesión que les impide disputar los Juegos cuando habrán estado entrenando ¿meses? ¿años? de cara a intentar conseguir una medalla, de intentar conseguir que en Río de Janeiro suene el himno español.