Niños que van al colegio con ballestas, personas que se
encuentran con sobres llenos de dinero negro, infantas reales que firman los
contratos de su marido sin firmar como Magic Johnson. La última ha sido ese
periodista almeriense que no es capaz de respetar que España sea un estado
plurilingüe.
Da igual que en la previa de un partido de fútbol se mate a
una persona si cuando ese mismo partido se juega en la ciudad del fallecido no
es declarado de alto riesgo. Eso sí, y que no falte, las manifestaciones contra
cualquier cosa, el aborto por ejemplo, si hay algo que no falta es policía.
Durante siglos hemos vivido con la mentira de lo unida que
está España. Pongo el ejemplo de cuando ganamos el mundial de fútbol. ¿Qué
banderas llevaban los jugadores? De Cataluña, Andalucía, Canarias… ¿Y de
España? Las de los madrileños y poco más.
España es de calle la nación más dividida del mundo. Sólo
estuvo unida durante la invasión napoleónica, la II República y pare usted de
contar. Pero hay algo peor: España ha perdido los valores que nadie supo nunca
si de verdad tuvo.
De los ingleses destacamos su sobriedad, de los alemanes la
capacidad de orden que tienen, mientras a orillas del Mediterráneo los
italianos ponían el romanticismo y los franceses la elegancia. ¿Qué pone
España? El gorroneo, la corrupción, los desahucios, la estructura social del
Antiguo Régimen donde esos ricos encabezados por nobles y el clero se forran y
al resto nos follan.
Tenemos un ejecutivo penoso, de circo, que recorta sin mirar
a medio plazo porque claro, si pierden las elecciones y dejan el poder para
recuperarlo en otras elecciones se podrán volver a quejar de la herencia
recibida.
Es lo que nos merecemos. El país donde los informativos no
informan porque coincide con el horario de un Real Madrid-Chiclana de la
Frontera. Da igual que el Estado Islámico esté amenazando a España, da igual
que se intente dar otro golpe de estado, importa más que Cristiano Ronaldo
pega, que Messi vomita, o ese Betis al que siempre maltratan y acaba en un
sitio inmerecido.
Lo gracioso en España de que un niño mate con una ballesta
es que el delito se lo comen sus padres, si es que al final lo condenan –que esa
es otra–mientras el niño sigue alardeando de su plan. Puede sonar ventajista
pero no me extraña, si a los niños les damos el ejemplo de darles una consola
en vez de pedirles que hagan deportes a través de deportes maravillosos como
fútbol o baloncesto.
El último ejemplo de lo que es España lo hemos visto en una
sala de prensa. En Almería, un periodista vasco que trabaja para una radio
vasca está en directo para su emisora y pregunta en vasco al entrenador, que al
compartir esa lengua materna le responde en dicho idioma. Si le preguntan en
vasco, no creo que le responda en sueco o chino mandarín. Al poco de responder,
un periodista se queja de que está respondiendo en vasco. Como si ahora el
vasco fuera una lengua prohibida, como si la Constitución no la valorase.
Además de una falta de respeto es una demostración de incultura. Si esa persona
se siente más vasca que española no tienes por qué obligarla a responder en tu
idioma. Te callas la boca, porque hay un señor sentado a la derecha de ese
hombre llamada TRADUCTOR.
En fin, ver para creer…