sábado, 17 de mayo de 2014

Sevilla.

Hace poco tuve el debate interno dentro de mí ¿Qué fiesta representa mejor a la ciudad de Sevilla, Semana Santa o Feria de abril? Hay argumentos de peso para defender cada una de estas dos posturas.

Sevilla es una de las ciudades más pasionales del mundo, y en la semana de pasión, creyentes, no creyentes, y admiradores del arte se reúnen creando una espiral realmente emotiva. Gente que reza durante todo un año para realizar junto a su Dios una larga pero ilusionante estación de penitencia. Personas que incluso no duermen durante toda una madrugada para ver pasear al Señor y a la Señora de Sevilla pasear por su ciudad. Ver al barrio de Triana y su gente volcada con su virgen. Desde luego, la Semana Santa es una de las mayores emociones que se pueden vivir.

¿Y la Feria? Sevilla es una ciudad muy golpeada por la crisis económica, la corrupción de esta gentuza con corbata que llamamos políticos y el desprecio de cierta parte de España (concretamente de Despeñaperros para arriba). Es una semana en la que desde el 'Alumbrao', los sevillanos olvidan durante un rato sus penas, y sacan todo su arte a través de la alegría, a través del rebujito. Mujeres que adoran su belleza en trajes de flamenca, y que desprenden entusiasmo bailando sevillanas al compás de las palmas y los 'olés'. Es una semana donde se gasta mucho dinero, pero es un gasto que vale la pena, porque ese gusanillo de la alegría se acaba contagiando entre todos.

Siempre le he tenido más aprecio a la Semana Santa que a la Feria, pero este año me he enamorado de la Feria de abril, aunque haya sido la semana del 35 de abril. Si Sevilla ya es sensacional por sus momentos, imagínense como será Sevilla con sus fiestas.

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