martes, 25 de junio de 2013

Palabras que decimos con lágrimas.

El otro día escuché decir en un programa televisivo que las canciones, cuando las cantamos, además de cantarlas, debemos llorarlas. Es decir, que a través de la voz, debemos expulsar todos nuestros sentimientos hacia la música. 

La literatura, tiene una similitud con la música, ya que ambos comparten el hecho de ser dos de los siete artes. Yo, no soy muy de llorar en privado, por lo que el verme llorar en público es prácticamente imposible. Cada vez que escribo, me pregunto si en cada palabra que escribo, además de un número de letras hay varias lágrimas. Pero no lágrimas que salen de mis achocolatados ojos marrones, sino lágrimas que se esconden detrás de estas letras que no se saben adónde van a parar. Quizás van a parar a la nada, a un silencio absoluto, o a lo mejor ocurre el caso contrario y van a parar a ti, persona a la que el destino ha colocado leyendo esto, o  como posibilidad intermedia, van a parar a personas que lo leen pero sienten tanta indiferencia que también acaban en la nada.

¿Y cuándo no escribimos? Pues somos una partida de póquer. Todos nos conocemos a todos, pero la realidad es que no sabemos con qué cartas cuenta el jugador que está sentado al lado nuestra. Tratamos a los sentimientos como una enfermedad por miedo a que nos vean sentir, por miedo a que nos den de lado por llorar delante de mucha gente.  Nos olvidamos de que somos personas para comportarnos sentimentalmente como animales cazadores.

Pero evidentemente, donde hay fuego, habrán cenizas. Es verdad que el corazón está hecho de algo tan necesario en el organismo como es la sangre, pero el que escribe desde muy pronto, sabe que su corazón se va manchando de tinta, y que esa tinta le va chupando terreno a la sangre, hasta que el corazón deja de tener un color rojo, sino un color azul, o negro, dependiendo de la tinta del bolígrafo que utilizamos.

domingo, 16 de junio de 2013

Soñando, y superándome con los ojos abiertos.

Artur Kasprzak era un policía de 28 años que en el mes de octubre de 2.012, murió, y a pesar de ello, fue considerado como un ejemplo de superación total. En octubre de dicho año, el huracán Sandy arrasó varios países caribeños llevándose consigo a 113 personas, antes de llegar a EE.UU. Kasprzak antes de morir, logró salvar la vida de seis personas, incluidas las de su propio padre y la de su pequeño bebé de 15 meses.

Oscar Pistorius es un atleta que perdió la parte inferior de sus piernas a los 11 meses, como consecuencia de una enfermedad. Logró el milagro de conseguir unas piernas, que aunque no fueran las suyas, le llevó a plantearle al TAS que pudiera competir en los JJOO de Londres 2.012, cuando él sólo podía disputar los Paralímpicos. Aunque logró disputar los JJOO, y no consiguió ninguna medalla, logró el respeto de todos, y  alcanzó las semifinales de 400 metros y la final de 4 x 100 metros por relevos.

Manolo Preciado, es un entrenador de fútbol que aunque murió a causa de un infarto el pasado verano, guardó un recuerdo enorme en el fondo de aquellos que conocíamos su historia por todo el drama familiar que tuvo. En 2.002, su mujer, la cual tenía cáncer de piel, falleció por dicho cáncer; dos años después, en 2.004, su hijo de quince años murió a causa de un accidente de moto, mientras que en 2.010, falleció su padre atropellado por el vehículo sin batería que intentaba empujar en una rampa. Una de las frases más célebres que ha dejado ha sido esta: «La vida me ha golpeado fuerte. Podría haberme hecho vulnerable y acabar pegándome un tiro, o podría mirar al cielo y crecer. Prefiero la segunda opción»


Y ahora, yo. No, ni he salvado vidas, ni he alcanzado la gloria a pesar de que me hayan amputado nada. Pero después de seis años, me gradúo. Es algo que ya ni veía posible, que ya lo veía demasiado grande para mí. Porque la verdad es que he sufrido mucho, he recibido muchos palos y quizás muy pocos ánimos para conseguirlo. De hecho, algo que valoro de forma muy positivo de esto, es que lo he hecho por mí solo, ya que casi nunca me he sentido arropado por mi entorno. Y porque muchos se han reído de que haya repetido dos veces. Muchos, demasiados, se han reído pero lo que no saben de los estudios, es que lo que importa de todo esto es que lo que importa no es cómo empieza, sino cómo acaba. Y que yo voy a luchar por mi sueño de ser periodista 
hasta el final, aunque haya una imposible posibilidad de ser. Voy a luchar y a dejarme el aliento para conseguirlo.

martes, 11 de junio de 2013

¿Qué hacer?


¿Qué hacer cuando el corazón se enfrenta a la razón? ¿Qué hacer cuando lo que piensas se enfrenta a lo que sientes? Dicen que decir mentiras es malo, pero estamos de acuerdo con que a veces la verdad duele. ¿Qué hacer cuando la sencillez de las cosas se ven alteradas por ese sentimiento complejo y bipolar como el amor? ¿Qué hacer cuando callas te quiero’s o “quiero pasar mi vida contigo” para buscar una felicidad contigo mismo que todos sabemos que no va a aparecer. ¿Qué hacer cuando una relación aparentemente genial se vuelve imposible por una amplía distancia que impiden abrazos cuando lleva la nieve fría, o por dos autoestimas que se desgastan tan velozmente como la tinta azul de este bolígrafo? ¿Qué hacer cuando se te pone la piel de cordero al ver su sonrisa de gata que ha perdido muchas vidas, pero en cambio tiene un amor fantástico y apasionado que regalar al primero que no le haga daño, además de caricias que llevan guardadas allí desde hace una eternidad? ¿Qué hacer, cómo hablar? ¿Qué hacer cuando renuncias a la fantasía de sus sueños, a la genialidad de sus palabras, por un final falsamente feliz, donde no vais a comer perdices, y en que prometeréis algo tan usado como incumplido: “Seremos amigos.”? ¿Qué hacer cuando dejaste de dormir para aficionarte al insomnio por ella, y ahora te encuentras con una noche nublada sin estrellas, en la que por mucho que lo pretendas, das vueltas en las sábanas como un loco, pensando en aquella canción: “Aunque tú no lo sepas, mi cama se queja fría cuando te marchas. Aunque tú no lo sepas, yo he inventado tu nombre.” ¿Qué hacer cuando un sueño dulce de primavera se convirtió en amor del mes de mayo, y poco después en una pesadilla que agudizó la llegada de junio. ¿Qué hacer cuando esa pesadilla dulce y bonita como la luna llena se adueñó de tu corazón pero no de tus pensamientos?

¿Qué hacer?